Compañías tradicionales como una tienda de ropa o un restaurante, necesitan invertir grandes sumas de dinero en activos físicos para iniciar operaciones: alquiler e implementación de un local, cocina, muebles, maquinaria, etc. Esto implica una estructura de costos fijos altos.
Las startups, en cambio, no lo necesitan. Una laptop, acceso a internet, y unas licencias de software son suficiente para empezar a construir un producto y distribuirlo en canales online. Esto implica una estructura de costos fijos bajos, y explica cómo Facebook pudo empezar en una residencia universitaria.
En la última década, dos tendencias tecnológicas han reducido masivamente el costo y el conocimiento requerido para construir software:
La «Nube» es la infraestructura tecnológica que ha permitido que servicios de software como Google Drive, Zoom o WordPress sean tan baratos o, incluso, gratis.
En los últimos años, estas plataformas han crecido en popularidad, en respuesta a la poca oferta de programadores de software, como una manera de reducir la barrera de conocimiento requerida para programar. Herramientas de automatización como Zapier, de creación de e-commerce como Shopify y Webflow, y de diseño como Canva, son algunos ejemplos que permiten a cualquier persona, sin experiencia técnica, crear productos de tecnología.
Nunca antes en la historia, la inversión necesaria para empezar una startup ha sido tan baja. Con (relativamente) poco dinero e, incluso, sin ser un programador, puedes empezar tu startup.
*El Cloud Computing (CC) es la disponibilidad a demanda de recursos computacionales, usualmente almacenamiento de datos y software, bajo un modelo de pay-as-you-go, donde únicamente pagas por lo que usas. El CC permite a las compañías evitar o minimizar la inversión en infraestructura de TI.
Como dijimos al inicio, la principal diferencia entre una compañía tradicional y una startup es el potencial de crecimiento.
La capacidad de crecer de una empresa tradicional como una tienda de ropa, una cadena de restaurantes o una fábrica de autos es directamente proporcional a su capacidad de adquirir o rentar activos fijos, es decir, una tienda, un local comida o una máquina.
Si eres dueño de un restaurante y vendes 1,000 platos al día, y quisieras incrementar por 5 tus ventas, es muy probable que tengas que invertir en un nuevo local. Sí, optimizando la producción de la cocina y rotación de mesas en el local actual podrías vender más, pero serían incrementos marginales. Quizás vendas 500 o 1,000 platos más por día, pero es físicamente imposible que vendas 4,000, 10,000 o 100,000 platos más en el mismo local.
Una startup cuyo producto está basado en tecnología sí puede hacerlo.
Por ejemplo, tomemos el caso de Google y su producto G Suite, que incluye Slides, Sheets, Docs, y Drive, entre otros programas. Este producto es un software self-service (su uso es sencillo y la mayoría de clientes no requiere soporte de la compañía) y está alojado en la nube. Esto le permite a Google:
En consecuencia, a diferencia de una empresa tradicional como un restaurante, Google no necesita abrir tiendas y oficinas de atención al cliente en cada país donde quiera vender.
Y Combinator, una de las aceleradoras de startups más reconocidas a nivel mundial, tiene una presentación muy útil para entender los modelos de negocio más comunes entre las startups.
Por Anu Hariharan – Nine Business Models and the Metrics You Should Track
A continuación, definiremos los modelos de negocio con mayor relevancia en startups en Latinoamérica.
Los otros modelos de negocios no tienen tanta presencia en startups de Latinoamérica, aunque si en compañías de tecnología basadas en EEUU y con operaciones en nuestra región.
En la sección Sectores de startups, contamos que fintech es el sector con más desarrollo en Latinoamérica. ¿Se preguntaron por qué?
En promedio, en Latinoamérica, 1 de cada 2 personas no cuenta con acceso a una cuenta bancaria oficial. En países como México, Colombia y Perú, el grado de desbancarización se acerca más a de 2 cada 3 personas (Fuente). En la práctica, esto implica que muchas personas y pequeñas empresas (PYMEs) no tienen acceso a servicios financieros como cuentas de ahorro, hipotecas, préstamos para negocios, entre otros.
El sector financiero está tan desatendido que la oportunidad de mercado es enorme.
La misma lógica aplica para otros sectores donde las empresas tradicionales o incluso los gobiernos han fracasado – o no han tenido la voluntad – en ofrecer soluciones efectivas: Educación, Salud, Logística, Agricultura, entre otros.
Educación es, quizás, uno de los problemas más dramáticos de Latinoamérica y uno en los que, personalmente, estoy muy interesado. Tanto los gobiernos como las instituciones privadas han fracasado en proveer educación, pública o privada, de calidad y alineada con el futuro: la economía del conocimiento.
¿La consecuencia? Altos niveles de analfabetismo, de desempleo y subempleo, y, en general, una fuerza laboral informal, poco productiva y con bajos salarios.
Afortundamente, existen startups edtech como Platzi (Suscripción), Crehana (Suscripción) y Check (SaaS). Puedes conocer más del impacto positivo de las startups edtech, en esta entrevista que le hicimos a Gonzalo Aguilar, co-fundador de Check.
Las startups son compañías con una vida operativa corta – usualmente 2 años o menos – y, por ende, tienen características particulares, en comparación a empresas más tradicionales y maduras:
Estas rasgos hacen que existe un alto grado de incertidumbre acerca de la capacidad de generación de flujos de caja de la startup en el futuro. Por ello, para las startups es casi imposible acceder a financiamiento de fuentes de capital tradicionales como los bancos o los mercados públicos de valores.
En este contexto, surge una fuente de capital alternativa: el Venture Capital.
Financiamiento de startups en Latinoamérica
El financiamiento de startups sucede cuando un inversionista aporta capital a una startup en sus etapas iniciales, usualmente, a cambio de un porcentaje de participación en su accionariado. Los inversionistas (fondos de Venture Capital, inversionistas ángeles, aceleradoras, entre otros) esperan que, después de cierto tiempo, puedan vender sus acciones y obtener un retorno considerable sobre su inversión.
Las startups piensan en grande
Como vimos líneas arriba, el uso de la tecnología como elemento central de su propuesta de valor otorga a las startups un alto potencial de escalabilidad. Esto les permite a las startups tratar de resolver problemas regionales o globales — en lugar de solo locales — desde el día 0, sin necesidad de abrir oficinas físicos o contratar un equipo, en otros países.
Por ejemplo, Talently, tras solo 3 meses de lanzamiento, ya tenía clientes en Perú, Colombia y México. Esta no es una excepción, sino una característica distintiva de las startups. En esta entrevista, puedes conocer los casos similares de otras dos startups latinoamericanas, Sirena y Get On Board.
Las startups ejecutan rápido y pivotan
En una startup, no bastan las visiones ambiciosas, sino que se necesitan planes de ejecución agresivos. No tiene sentido invertir tantos meses intentando validar una hipótesis de mercado, cuando ejecutando más rápido podrías llegar a los mismos resultados, positivos o negativos, en menos tiempo.
Si la hipótesis no es la correcta, las startups pueden pivotar con relativa facilidad, a diferencia de una compañía tradicional. Una estructura de costos fijos bajos, sumada a una mentalidad abierta al cambio, las hace más lean para adaptarse al cambio.
Por ejemplo, el mismo Talently fue resultado del pivot de Andi. Tras 6 meses de experimentar un conjunto de hipótesis acerca de su producto, las fundadoras de Andi encontraron un verdadero insight acerca de su segmento de su mercado. En ese momento, decidieron pivotar totalmente: cambiaron de marca, de producto, y de modelo de negocios.
Cada vez más founders tienen una mentalidad startup, pero aun nos falta trabajo. En este artículo ¿Existe una Mentalidad Startup en Latinoamérica?, dos inversionistas de Venture Capital nos cuentan qué nos falta.